Su opinión tiene peso de ley para los mercados. Una mejora o una baja en las notas que asignan pueden significar ganancias o pérdidas cuantiosas para los inversores. La esencia de su negocio es conocer a fondo la marcha y la performance financiera de cada una de las compañías que tienen bajo análisis, agudizar el ojo y tratar de adelantarse a los hechos.
Se trata de las calificadoras de riesgo. Evalúan tanto a empresas, como bancos, fondos de inversión o aseguradoras, y a Estados nacionales, provinciales o municipales. Sus sentencias se expresan en letras y se denominan notas o ratings. Una “AAA” es el cielo y “D” el infierno. En el medio, una amplia gama de matices a los que tanto inversores como emisores están más que atentos.
En la Argentina están presentes desde hace varios años tres de las más importantes calificadoras a escala global. Se trata de Standard & Poor’s (S&P), Fitch y Moody’s.
Se trata de las calificadoras de riesgo. Evalúan tanto a empresas, como bancos, fondos de inversión o aseguradoras, y a Estados nacionales, provinciales o municipales. Sus sentencias se expresan en letras y se denominan notas o ratings. Una “AAA” es el cielo y “D” el infierno. En el medio, una amplia gama de matices a los que tanto inversores como emisores están más que atentos.
En la Argentina están presentes desde hace varios años tres de las más importantes calificadoras a escala global. Se trata de Standard & Poor’s (S&P), Fitch y Moody’s.
Les tocó pasar por épocas florencientes del Mercado de Capitales y también por las otras. Hoy reconocen que el negocio está pasando por una etapa positiva en la que lentamente vuelven a aparecer emisiones para calificar.
Standard & Poor’s está presente en 21 países desde los cuales da cobertura a más de 75 mercados y es una de las compañías proveedoras de servicios financieros –fundamentalmente índices bursátiles- más utilizada por los estrategas de inversión de todo el mundo..
La calificadora de origen estadounidense, que da cobertura en más de 80 países, tiene presencia local en el sector de emisiones corporativas y de entidades financieras, FCI y aseguradoras, y buenas expectativas a futuro. La última en sentar bases locales fue Moody’s. Lo hizo a principios de 2003 tras la adquisición del 100 por ciento del paquete accionario de dos calificadoras locales: Magíster y Humphrey’s. En la Argentina, la calificadora se hizo fuerte en el segmento de bancos y compañías de seguros
Standard & Poor’s está presente en 21 países desde los cuales da cobertura a más de 75 mercados y es una de las compañías proveedoras de servicios financieros –fundamentalmente índices bursátiles- más utilizada por los estrategas de inversión de todo el mundo..
La calificadora de origen estadounidense, que da cobertura en más de 80 países, tiene presencia local en el sector de emisiones corporativas y de entidades financieras, FCI y aseguradoras, y buenas expectativas a futuro. La última en sentar bases locales fue Moody’s. Lo hizo a principios de 2003 tras la adquisición del 100 por ciento del paquete accionario de dos calificadoras locales: Magíster y Humphrey’s. En la Argentina, la calificadora se hizo fuerte en el segmento de bancos y compañías de seguros
Lo que viene...
La suerte del negocio de las agencias de calificación está íntimamente atada al crecimiento del mercado de capitales, una cuenta que en la Argentina aún está pendiente aunque las operaciones en torno al recinto de la Bolsa de Comercio ganaron protagonismo en los años posteriores a la crisis de 2001, cuando los bancos cerraron el grifo del financiamiento a las empresas y los productos estructurados primero (fideicomisos), y las tradicionales obligaciones negociables mas adelante, fueron utilizadas como fuentes de fondeo.
Hasta fines de julio se percibió en la Argentina un interesante incremento en la actividad del mercado de capitales, se hicieron muchas emisiones genuinas y otras quedaron preparadas, un poco stand by ante la inestabilidad internacional pero que seguro, una vez que retorne la calma, saldrán al mercado. El mercado argentino es muy chico y cómo va a ser 2009 a nivel de emisiones y negocios dependerá de lo que suceda con las tasas de interés y la liquidez mundial. Si se estabiliza la situación internacional, el año próximo debería seguir viéndose la ingeniería financiera del primer semestre de este año cuando las empresas aprovechaban las condiciones externas para reformular pasivos que habían sido contraídos en el marco de las reestructuraciones de deuda y, por tal motivo, tenían muchas restricciones y tasas altas.
Desde la Argentina, las tres calificadoras atienden a clientes privados (empresas, bancos y fondos de inversión) y evalúan las emisiones de provincias y municipios. Pero ninguna maneja localmente el rating soberano, la nota que le corresponde a la Argentina como emisor de deuda (actualmente B en escala global) y que representa un techo al rating que pueden obtener el resto de las emisiones domésticas.
Desde la Argentina, las tres calificadoras atienden a clientes privados (empresas, bancos y fondos de inversión) y evalúan las emisiones de provincias y municipios. Pero ninguna maneja localmente el rating soberano, la nota que le corresponde a la Argentina como emisor de deuda (actualmente B en escala global) y que representa un techo al rating que pueden obtener el resto de las emisiones domésticas.
Los ratings o calificaciones son una opinión respecto de la calidad crediticia del emisor o determinado instrumento. Es decir, de la posibilidad de que puedan hacer frente en tiempo y forma el compromiso de pago. Se otorgan a escala local (normalmente identificadas con la sigla Ar.) y Global (las primeras no son comparables entre emisores de distintos países) y resultan fundamentales a los inversores para la toma de decisiones en el armado de carteras.
En la escala de calificaciones, y con leves matices entre las diferentes agencias, la “AAA” significa capacidad extremadamente fuerte para honrar sus compromisos financieros. Los ratings que le siguen, AA, A y hasta la BBB, son considerados como grado de inversión o investment grade y es la línea que marca la diferencia entre emisiones seguras y aquellas especulativas. En ese sentido, las notas por debajo del investment grade significan no sólo que el emisor deberá pagar una tasa más alta para obtener recursos, sino que son títulos que automáticamente quedan excluidos del menú de muchos inversores institucionales, las AFJP que por regulación no pueden invertir en activos con ese nivel de riesgo.
Al final de la escala de calificación está la temible D, que significa el default o incumplimiento en el pago, una categoría que la Argentina como emisor soberano y muchas compañías locales también, padecieron durante algún tiempo. La antesala del infierno es la CC que califica como “muy vulnerable” a la emisión. Así, pocas letras son suficientes para que los inversores determinen cuánto le exigirán a una empresa o un Gobierno para darle financiamiento. Finalmente, la perspectiva (Outlook) asignada a una calificación termina de completar el veredicto: si es positiva, la nota podría ser subida en la próxima revisión. Pero, si es negativa, caben grandes posibilidades de descender uno o más peldaños. n Mónica Fernández.
Manejar el conflicto de intereses
Las calificadoras hacen del respeto de sus clientes y de los inversores su mayor patrimonio y, en ese contexto, la delicada relación con los emisores -sus clientes- y el posible conflicto de intereses que podría generarse lo manejan con mucha severidad. El tema que muchas veces genera interrogantes o puede prestarse a suspicacias es cómo enfrentan el hecho de tener que asignarle un mal rating a una emisión cuando es precisamente esa compañía quien paga sus honorarios.
Para no dejar lugar a malos entendidos las agencias de calificación se atienen, a rajatabla, a los estándares de calidad de sus propias casas matrices y también a las normas de la IOSCO, que es el organismo que a nivel internacional regula a todas las Comisiones de Valores y recientemente emitió un Código de Buenas Prácticas para las calificadoras.
Manejar el conflicto de intereses
Las calificadoras hacen del respeto de sus clientes y de los inversores su mayor patrimonio y, en ese contexto, la delicada relación con los emisores -sus clientes- y el posible conflicto de intereses que podría generarse lo manejan con mucha severidad. El tema que muchas veces genera interrogantes o puede prestarse a suspicacias es cómo enfrentan el hecho de tener que asignarle un mal rating a una emisión cuando es precisamente esa compañía quien paga sus honorarios.
Para no dejar lugar a malos entendidos las agencias de calificación se atienen, a rajatabla, a los estándares de calidad de sus propias casas matrices y también a las normas de la IOSCO, que es el organismo que a nivel internacional regula a todas las Comisiones de Valores y recientemente emitió un Código de Buenas Prácticas para las calificadoras.